El ratio precio/beneficio, también conocido como PER o P/E, es uno de los indicadores más estudiados por inversores y analistas. Con él se mide cuántas veces se paga el beneficio al adquirir una acción. Su simplicidad y su relevancia en análisis fundamental plenamente riguroso han convertido al PER en un referente histórico en la valoración de empresas cotizadas.
El concepto de PER nació a mediados del siglo XX con pioneros como Benjamin Graham y David Dodd, maestros del análisis fundamental verdaderamente riguroso. El indicador pone en relación precio de mercado y beneficio por acción, ofreciendo una métrica rápida para comparar compañías tanto dentro de un mismo sector como entre distintos mercados.
Formalmente, el PER se define como el cociente entre el precio de la acción y el beneficio neto anual por acción (BPA o EPS). De ahí su nombre en inglés, Price to Earnings Ratio.
La fórmula esencial es muy sencilla:
PER = Precio por acción / Beneficio por acción (BPA)
Por ejemplo, una empresa cuyo precio por acción es 100 EUR y cuyo BPA es 5 EUR arroja un PER de 20 (100/5). Esto indica que el inversor paga 20 veces los beneficios anuales actuales de esa acción.
Otro caso: si una compañía cotiza a 13,00 EUR por acción y su BPA de los últimos doce meses es 1,30 EUR, el PER resultante es 10 (13,00/1,30). Un valor menor sugiere, de entrada, un precio más atractivo en relación con sus beneficios.
Un PER elevado puede indicar que una acción está sobrevalorada respecto a sus beneficios actuales, aunque en muchos casos refleja altas expectativas de crecimiento. Las empresas tecnológicas suelen cotizar con PER superiores a 25-30 en ciclos expansivos.
En cambio, un PER bajo puede señalar que una acción está infravalorada o en fase de ajuste, o que la empresa atraviesa dificultades. Sin embargo, no existe un punto de corte universal: siempre hay que comparar con valores sectoriales, históricos y de mercado.
El PER es especialmente valorado por su sencillez y por la rapidez con la que permite tomar decisiones iniciales:
Aunque muy útil, el PER presenta debilidades que hay que considerar antes de tomar decisiones:
Durante la burbuja puntocom (finales de los 90), muchos valores tecnológicos cotizaron con PER superiores a 100, alentados por expectativas de crecimiento irracionales. Tras la crisis de 2008, el PER del S&P 500 cayó por debajo de 12, reflejando pánico y recorte de beneficios.
Este vaivén demuestra la importancia de analizar el PER dentro de su contexto histórico y sectorial. Un PER de 20 en un ciclo de expansión puede ser moderado, mientras que en una recesión puede considerarse alto.
Para aprovechar al máximo el PER, conviene:
El PER es una herramienta poderosa para valorar acciones de forma rápida y establecer comparaciones entre empresas. No obstante, su uso aislado puede inducir a error. Solo al integrarlo en un análisis fundamental plenamente riguroso y en el estudio de otros indicadores, lograremos decisiones de inversión informadas y equilibradas.
Referencias